Lo que calla la memoria

Ahora que parece existir una especie de moda en algunos sectores del país por registrar los hechos ocurridos después del estallido de abril de 2018 en Nicaragua, algo que debe celebrarse y reconocerse porque sabemos que padecemos de amnesia y pareciera que por eso estamos condenando a vivir en esa cola de cerdo, dentro de esa espiral eterna, de repetir y repetir una y otra vez la historia, solo cambiando los nombres de los protagonistas, es inevitable preguntarse ¿y antes de Abril qué pasó con la memoria? ¿por dónde anduvo? ¿no hubo víctimas del régimen sandinista durante los años ochenta que luego pudieron haberse manifestado en esa época de transición a la democracia en los noventa, durante el gobierno de Violeta Chamorro, y reclamar justicia contraria al discurso oficial de paz y reconciliación?

Ahora, que parece haber tantos relatos por registrar, tantas verdades por escuchar, las de los presos, los excarcelados, los exiliados, los perseguidos políticos, los familiares de los asesinados por el régimen, es difícil preguntarse y sucesos como estos no se registraron en los ochenta, acaso no emplearon tácticas de terror similares en los ochenta y no hubo perseguidos, exiliados, asesinados selectivos, masacres, torturados y otras violaciones a los Derechos Humanos, DDHH, pero por qué nadie habló de estos temas en los noventa ¿qué circunstancias del contexto remitieron al silencio? 

Sí, no se puede olvidar que desde el discurso oficial se impuso la nefasta política de reconciliación y olvido, una especie de vuelta a la página o de borrón y cuenta nueva, entonces mejor no hablar de ciertos temas espinosos, delicados, que podían generar sarpullidos o poner el dedo en llagas que urgía sanar y cerrar. Olvidemos. No recordemos. En ese presente de paz y reconciliación no cabían las  víctimas de un conflicto que duró casi una década, que se libró en un territorio rural, sobre todo, y que a lo largo de 20 años se fueron contando como reportajes periodísticos en distintos diarios y revistas, pero nunca como ejercicios de memoria reconstruidos desde grupos de la sociedad civil.

No es difícil comprender que en los noventa hubo un contexto que silenció esta memoria. Y uno sospecha y especula las razones de ese silencio adrede. Primero, y es probable que calaran las ideas de paz y reconciliación promovidas desde arriba por el gobierno de entonces, luego, es posible que “el gobierno desde abajo” impuesto por el sandinismo desactivara cualquier posibilidad de reivindicación y reconstrucción de hechos que nunca fueron digeridos ni tramitados porque, a pesar de no estar oficialmente en el poder, los tentáculos del sandinismo continuaron presentes en distintos estamentos de la sociedad que se conformaron. 

Pese a nuestra desmemoria, no olvidemos que la sociedad civil de los noventa estuvo conformada en buena medida por las Organizaciones No gubernamentales, ONG´s fundadas por antiguos cuadros del sandinismo, desde la cuales se impulsó cierta agenda social, reivindicaciones de algunos sectores que persisten hasta ahora y que había que alentar contra el sistema y las políticas “neoliberales” que se impusieron desde entonces y hasta ahora, pero no hubo espacio para tocar traumas recientes, para reconstruir situaciones que golpearon a comunidades, pueblos, comarcas remotas del país, a familias que tuvieron que exiliarse en aquel entonces como volvió a suceder después de Abril de 2018.

Es posible entender y pensar que, en esa etapa de transición, las víctimas no estuvieron en el centro de las negociaciones de paz, por lo menos en Nicaragua, donde lo importante fue desmovilizar al enemigo, a la “contra”, con cuya sola denominación se estigmatizó y persiguió a cientos de nicaragûenses. Y tampoco hubo interés en hacerlo desde el tejido social que se conformó a partir de esos años ni fue impulsado desde la cooperación internacional que estaba en el país y que siguió dispuesta a entregar recursos para financiar a esas nuevas ONG´s, como sí sucede en otros países del continente donde se han firmado acuerdos de paz reciente, Colombia, por ejemplo.  

Ahora, desde la oficialidad tampoco hay interés por hacerlo. Al contrario. Desde la narrativa oficial se fabrican versiones del estallido de abril 2018 y los hechos relacionados encaminados a distorsionar lo sucedido. Hoy, los que gobiernan son conscientes de la importancia de controlar la “memoria” oficial. Por fortuna, a diferencia de lo que ocurrió en los noventa, donde la sociedad civil priorizó otros temas convenientes para su coyuntura política, la sociedad civil actual, conformada por jóvenes, y pero también por las reminiscencias de esas ONG´s sandinistas, sí hay interés -y conciencia de las víctimas, sobre todo- de decir, contar y registrar lo que pasó para que no vuelva a pasar, para que no se repitan lo sucedido.  

Es llamativo que, en este momento, a pesar del contrapeso oficial con sus reconstrucciones en clave fake news de los hechos, hay también interés por hablar de lo sucedido en los ochenta. En esa especie de explosión de memoria que están protagonizando muchos jóvenes, que usan las redes sociales y exploran diversos formatos para hacerlo, se nota el interés por contar no solo lo que ellos vivieron hace tres años, si no también lo que habían vivido sus familias en los ochenta, o en los setenta con el somocismo, desbloqueando así las memorias que estuvieron represadas por años, y que ahora, a pesar de los tiempos difíciles que corren, contar, hacer memoria, es una herramienta de resistencia.

2 comentarios en «Lo que calla la memoria»

  1. Muchas Gracias, por mencionar los acontecimientos de los años donde fui protagonista del lado de la contra..comparto con usted el embargo a la historia de los acontecimientos de los años 80.
    Se debieran impartir en la clase de historia de primaria..lo sucedido en los años.
    A los jóvenes sólo se les enseña de Carlos Fonseca, Sandino y Tomas Borges…ocultando la verdad de los acontecimientos de lo que se conoció como Revolución Sandinistas.

  2. Es verdad Q a habido una especie d remembranza d la historia pasada pero en la mayoría de los casos no se dicen las cosas como son, ejemplo: en el caso del campo, no se dice Que cundo los Sandinistas llegaron al poder, los «paniquines» estaban llenos de granos que los agricultores siempre han producido y Q x eso, se debiera incentivar este rubro construyendo zonas de riego aprovechando tanta agua Q hay en este país.

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